Una de las misiones más ambiciosas de la Agencia Espacial Europea (ESA) en colaboración con la NASA acaba de dar un paso importante en el conocimiento de nuestra estrella. Por primera vez, la nave Solar Orbiter ha obtenido imágenes muy detalladas del polo sur del Sol, una perspectiva sin precedentes que permitirá a los científicos estudiar en profundidad tanto el campo magnético como el ciclo de actividad de nuestra fuente de luz y calor.
Este nuevo punto de vista es consecuencia de una órbita poco convencional de la nave. A diferencia de las misiones anteriores, que siempre habían seguido una trayectoria de oeste a este en el plano ecuatorial del Sol, el Solar Orbiter trazó esta vez una órbita de norte a sur, aumentando así el rango de visión de regiones raramente observadas. Según los científicos, esto permitirá descifrar nuevos mecanismos relacionados con el campo magnético solar, el ciclo de manchas y el clima espacial.
“El Sol es nuestra estrella más cercana, fuente de vida pero también capaz de perturbar el funcionamiento de nuestros sistemas eléctricos en la Tierra. Por eso es necesario saber cómo funciona y así poder predecir con más precisión cuando pueda tener lugar una tormenta solar de gran magnitud”, explicó Carole Mundell, directora del Departamento de Ciencia de la ESA. La referencia al evento Carrington de 1859 pone en evidencia lo vulnerables que están actualmente nuestras redes de comunicaciones, de electricidad o de satélites ante una situación así. Aquel evento, que alcanzó a dejar sin telégrafo varias regiones y provocó auroras en latitudes tan poco frecuentes como Cuba o Colombia, pone en perspectiva el riesgo de que algo así se repitiera en plena era digital.
Este nuevo descubrimiento revela además que el polo sur del Sol tiene una estructura más caótica de lo que se creía. Según las imágenes recogidas, en lugar de tener un campo magnético perfectamente orientado en dos polos opuestos, el sur revela una mezcla de polaridades. Esto significa que en determinados periodos están presentes tanto el campo magnético del norte como el del sur en la misma región, una situación sorprendente que pone en evidencia lo complejo de la dinámica solar. Por lo tanto, el modelo de “imán de barra” utilizado para describir al Sol en realidad es más complejo de lo que se pensaba.
Este fenómeno, que ocurre en determinados puntos del ciclo solar de 5 o 6 años, podría tener consecuencias tanto en el comportamiento de la corona como en el clima espacial en general. Según el investigador Sami Solanki, “aún no comprendemos en toda profundidad cómo se produce esta acumulación de energía que da lugar a las tormentas, pero el Solar Orbiter ha llegado en el lugar y en el momento justo para estudiar el proceso de forma más directa”. Esto permitirá a los científicos encontrar nuevos mecanismos que están detrás tanto de las manchas como de las erupciones más potentes en el ciclo de actividad solar.
Este descubrimiento es apenas el inicio de una investigación más prolongada. A partir de octubre de 2025, el Solar Orbiter llevará a cabo el primer vuelo de polo a polo, recogiendo así más información que permitirá a los científicos estudiar en toda la extensión de la palabra el ciclo solar. La importancia de conocer en profundidad el comportamiento de nuestra estrella es enorme, pues así podremos tanto prevenir daños en satélites y redes de electricidad como avanzar en el conocimiento de otros procesos estelares en el resto del Universo.
Este nuevo paso en la investigación espacial pone en evidencia tanto lo complejo como lo dinámico de nuestra estrella más cercana. A partir de nuevas misiones como ésta, podemos ir develando gradualmente los mecanismos que están detrás de la estabilidad —o de las alteraciones— en el clima espacial. Finalmente, el conocimiento obtenido tiene una importancia universal, pues proporciona una base más clara para estudiar el comportamiento de otras estrellas en el cosmos, ayudándonos así a tener una visión más profunda de cómo están organizadas y de cómo reciben y generan energía en el vasto territorio del espacio.
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