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La velocidad al caminar revela cómo envejece tu cerebro: un indicador clave para tu salud y longevidad

Caminar es una acción tan cotidiana que rara vez nos detenemos a pensar en su importancia. Sin embargo, la velocidad con la que te desplazas puede ofrecer información profunda sobre el estado de tu cerebro y el ritmo al que estás envejeciendo. Los científicos han descubierto que las personas que caminan más despacio no solo tienen cerebros más pequeños, sino que presentan diferencias estructurales clave que reflejan un deterioro físico y cognitivo más acelerado.

A lo largo de varios estudios, se ha comprobado que la velocidad al caminar es un poderoso predictor de salud. Desde la capacidad para realizar tareas cotidianas hasta la probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas, hospitalizaciones e incluso la posibilidad de muerte, todo parece estar estrechamente relacionado con la rapidez de nuestros pasos.

Los expertos en salud señalan que, aunque es normal que la velocidad disminuya con la edad, un descenso abrupto puede ser una señal temprana de enfermedades subyacentes o de un envejecimiento acelerado del cuerpo y la mente. Christina Dieli-Conwright, profesora de medicina en Harvard, explica que una marcha más lenta suele estar asociada con pérdida de fuerza muscular, menor movilidad articular y posibles enfermedades crónicas no diagnosticadas.

La prueba que revela más de lo que imaginas

Evaluar tu velocidad al caminar es sencillo. Solo necesitas medir una distancia (como 10 metros) y calcular cuánto tiempo te toma recorrerla a tu paso habitual. También puedes apoyarte en aplicaciones como Strava, Walkmeter o Google Fit que calculan automáticamente tu velocidad mediante GPS.

Compararte con los estándares puede darte pistas sobre tu salud. Por ejemplo, las mujeres de 40 a 49 años suelen caminar a 1.39 m/s y los hombres a 1.43 m/s. Estas cifras disminuyen con la edad, pero cuando la velocidad baja considerablemente respecto al promedio, puede indicar problemas.

En un análisis con más de 34 mil adultos mayores, investigadores de la Universidad de Pittsburgh encontraron que las personas con marcha lenta tenían significativamente menos posibilidades de vivir una década más, en comparación con quienes caminaban más rápido.

Incluso entre adultos sanos, un estudio francés de 2009 demostró que quienes caminaban más despacio tenían hasta tres veces más riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares.

Caminar rápido, un reflejo del cerebro joven

Caminar involucra múltiples sistemas: músculos, huesos, visión, respiración, circulación y, especialmente, coordinación cerebral. Cuando uno o varios de estos sistemas comienzan a fallar, la velocidad al caminar suele ser uno de los primeros signos visibles.

Pero el hallazgo más sorprendente proviene de un estudio de la Universidad de Duke, donde se comprobó que la velocidad de marcha a los 45 años está directamente relacionada con la salud cerebral. Las personas que caminaban despacio mostraron signos de envejecimiento acelerado en su cuerpo, menor capacidad pulmonar, problemas dentales, debilidad muscular, presión arterial elevada y menor resistencia física.

Además, estas personas presentaban biomarcadores de envejecimiento prematuro y habilidades cognitivas más bajas desde la infancia. Esto sugiere que la velocidad al caminar no solo mide el estado físico, sino que refleja la salud general del cerebro a lo largo de la vida.

Buenas noticias: puedes mejorar

Aunque estos datos pueden parecer alarmantes, no todo está perdido. Los expertos coinciden en que la velocidad al caminar puede mejorar con ejercicio constante. Aumentar la frecuencia, intensidad y duración de caminatas regulares ayuda a fortalecer músculos, mejorar la capacidad cardiovascular y proteger la función cerebral.

Dieli-Conwright recomienda aprovechar cada oportunidad para mantenerse en movimiento: estacionarse más lejos, salir a pasear con amigos o con mascotas, y tomar descansos activos si tienes un trabajo sedentario. Incluso una caminata rápida de cinco minutos puede marcar una diferencia si se convierte en un hábito diario.

Caminar no es solo un ejercicio sencillo; es una ventana a nuestra salud futura. Y tal vez, al movernos con paso firme hoy, estamos dando un paso importante para asegurar un envejecimiento más saludable mañana.

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