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Tixkokob, donde el pasado maya se teje en cada hamaca

Tixkokob es uno de esos destinos que parecen suspendidos en el tiempo, un lugar donde las raíces mayas no solo se preservan, sino que siguen vivas en la vida cotidiana de su gente. Ubicado a tan solo media hora de Mérida, este pueblo yucateco combina historia, arqueología, tradición artesanal y una rica gastronomía que lo convierten en una parada obligada para quienes desean conocer un Yucatán más íntimo y profundo.

El nombre Tixkokob proviene del maya y se ha interpretado como “lugar de la serpiente kokob” o “barba amarilla”, en referencia a una especie de víbora local. Mucho antes de la llegada de los españoles, esta zona formaba parte del señorío de los Ceh Pech, un linaje importante dentro del mundo maya. Sus habitantes vivían con un fuerte sentido comunitario y practicaban tradiciones que, en gran parte, han llegado hasta nuestros días.

tixkokob yucatán que ver donde dormirDurante la época colonial, Tixkokob se convirtió en una encomienda bajo el control de Francisco de Montejo “el Mozo”. La iglesia de San Bernardino de Siena, construida en el siglo XVII, aún se erige como testigo de esa etapa histórica. Este templo no solo es una joya arquitectónica, sino el corazón espiritual del pueblo, especialmente cada mayo, cuando se celebra una de las fiestas más tradicionales de la región en honor a su santo patrono.

Pero si algo distingue a Tixkokob en todo México es la elaboración de hamacas. Estas no son simples objetos utilitarios: son obras de arte tejidas a mano que hablan de paciencia, habilidad y herencia cultural. Al recorrer sus calles, es común ver los bastidores de madera en los patios de las casas, donde hombres y mujeres tejen con hilos de colores, manteniendo una tradición que ha pasado de generación en generación. Las hamacas de Tixkokob son apreciadas tanto por su comodidad como por su belleza y resistencia, y adquirir una directamente de su artesano es llevarse un pedazo del alma del pueblo.

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El viaje a Tixkokob también es un festín para el paladar. La gastronomía local, rica en sabores y técnicas ancestrales, se deja saborear en platillos como la cochinita pibil, los panuchos, salbutes y papadzules. Un lugar destacado es el restaurante Pueblo Pibil, donde el chef Silvio Campos prepara sus platillos enterrándolos durante horas bajo tierra, como dictan las antiguas recetas mayas, usando leña y hojas tradicionales. El resultado es una experiencia culinaria que va más allá del gusto: es una conexión con la tierra y con el pasado.

A solo unos kilómetros del centro se encuentra Aké, una zona arqueológica fascinante que en su tiempo fue una de las ciudades más importantes del norte de Yucatán. Con calzadas que conectaban con otros asentamientos, murallas circulares y una impresionante estructura conocida como De Las Pilastras, Aké ofrece una visión del esplendor maya poco conocida y libre del turismo masivo.

Para quienes desean extender su visita, hay opciones de hospedaje cómodas y accesibles en Mérida, como el Hotel Siglo 21 o el Misión Express Altabrisa. Además, el acceso a Tixkokob es sencillo gracias al Tren Maya, que cuenta con una estación en el pueblo, o bien por carretera desde Mérida.

Tixkokob no solo es un destino, es una experiencia sensorial donde cada calle, platillo y hamaca cuenta una historia. Es un lugar donde el pasado no es solo memoria, sino materia viva que se hila con paciencia, como las manos de sus artesanos que cada día dan forma a una tradición que no quiere desaparecer.

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