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Millennials marcan la moda en México durante el Buen Fin 2025

Durante la décimo quinta edición del Buen Fin, celebrada en la última semana de noviembre de 2025, la categoría de moda —principalmente ropa y calzado— se posicionó nuevamente entre las más buscadas por los consumidores, desplazando parte del gasto que antes se destinaba a electrónica y línea blanca. Proyecciones de instituciones comerciales estiman que entre 90 y 95% de los compradores planeó aprovechar promociones, con una inclinación creciente hacia las compras digitales.

En este escenario, los millennials, personas entre 30 y 44 años, se consolidaron como el grupo que más gasta en moda en México. Estudios especializados indican que este segmento compra ropa y calzado más de una vez al mes y mantiene el ticket promedio más alto del mercado. Su comportamiento mezcla lo mejor de dos mundos: visitar tiendas físicas para probar prendas y, más tarde, cerrar la compra desde el celular para aprovechar envíos rápidos y descuentos exclusivos en línea.

Las compras digitales han tomado un papel determinante. Informes del sector señalan que los millennials representan el porcentaje más alto de compradores en línea, por encima de generaciones más jóvenes y adultas. Esta presencia se vuelve estratégica en temporadas de alto consumo como el Buen Fin, donde las marcas despliegan campañas personalizadas, logística de entregas acelerada y meses sin intereses para captar un gasto que suele oscilar entre mil y tres mil pesos por transacción en línea.

Aunque recorrer los pasillos de centros comerciales sigue siendo parte del ritual capitalino, las cifras revelan un desplazamiento progresivo hacia el comercio electrónico. En la edición anterior del Buen Fin, el canal digital aportó una cuarta parte de las ventas totales del programa, empujado por comparadores de precios, reseñas en tiempo real y promociones exclusivas en plataformas de venta.

Para la generación Z, la moda también es protagonista, pero con otra lógica. Estudios de consumo juvenil muestran que la mayoría de los jóvenes adquiere ropa y calzado con frecuencia, influenciada por tendencias que ven en redes sociales, promociones flash y campañas de marcas globales. Su comportamiento es más impulsivo y responde a dinámicas de inmediatez, descuentos temporales y estilos que cambian rápidamente.

Las redes sociales son hoy una vitrina permanente. Siete de cada diez consumidores mexicanos afirman que plataformas como Instagram, TikTok y Facebook influyen directamente en su decisión de compra, ya sea para buscar inspiración, comparar estilos o identificar promociones. Además, una parte importante del público afirma haber comprado directamente desde estas plataformas, consolidando un ecosistema multicanal donde el celular se convierte en probador, asesor y caja registradora.

En contraste con el entusiasmo por las ofertas, especialistas advierten sobre un fenómeno creciente: la llamada “deuda de apariencia”, un patrón de consumo en el que personas jóvenes se endeudan para sostener una imagen aspiracional en redes sociales. A esto se suman dinámicas como la presión social por seguir tendencias, la comparación constante y la sensación de tener que “actualizar” el guardarropa cada temporada, lo que puede impactar negativamente en la estabilidad financiera.

El financiamiento también es clave. Para 2025, gran parte de los compradores planeó pagar con tarjeta de crédito, disminuyendo el uso de efectivo. Aunque las promociones y meses sin intereses siguen siendo atractivos, analistas recomiendan revisar límites de crédito, evitar compras impulsivas y considerar el efecto del adeudo en el presupuesto mensual para no enfrentar complicaciones financieras al inicio del año siguiente.

El componente sostenible también toma fuerza. Cada vez más consumidores priorizan prendas producidas bajo criterios éticos, materiales reciclados y propuestas de moda responsable. Las marcas han respondido con colecciones ecológicas, líneas inclusivas y diseños que mezclan funcionalidad con estética, incorporando colores de temporada como el rosa intenso y los tonos metálicos sin perder de vista la durabilidad.

En la Ciudad de México, estas tendencias se observan desde los corredores comerciales del Centro Histórico hasta las plazas del sur y poniente, donde conviven boutiques locales, franquicias globales y emprendimientos de moda sustentable que aprovechan el Buen Fin para ganar visibilidad. Mientras tanto, el consumidor chilango afina estrategia: compara precios en el metro, guarda capturas de pantalla, revisa reseñas en tiempo real y decide si vale la pena formarse en caja o esperar cómodamente al repartidor.

De cara a las próximas ediciones del Buen Fin, especialistas coinciden en que el nicho de moda seguirá siendo un motor de consumo y un termómetro del bienestar financiero y emocional urbano. La manera en que millennials y generación Z equilibren el deseo de estrenar con la necesidad de mantener finanzas saludables definirá si la moda continúa como un “gustito” controlado o se convierte en una carga. En este cruce entre tradición textil mexicana, tendencias globales y cultura digital, se abren oportunidades para emprendedores que apuesten por moda inclusiva, ecológica y pensada para durar más allá de un fin de semana de ofertas.

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